jueves, 22 de noviembre de 2007

Crítica Martin Wullich

Ejemplo de buen teatro y gozosa estética.
http://news.martinwullich.com/vernota.php?id=207

¿Cómo llevar a escena un libro como “La metamorfosis” de Franz Kafka? Las variantes pueden ser infinitas. Dado que el texto da plena libertad al lector para que imagine el monstruoso bicho en que se ha convertido Gregor Samsa, entre otros detalles, no es fácil hacer una puesta en escena que respete algo, pues ese algo depende exclusivamente de cómo se lo quiera ver.
Vivian Luz pone en escena una historia sumamente atractiva desde el punto de vista estético, musical y actoral. Un sólo actor –Carlo Argento- encarna a todos los personajes de la familia y a su mismo jefe. Con voces en off que remedan los diálogos con el protagonista y una estupenda coreografía de movimientos que mezcla con variantes en su vestimenta -a veces la misma camisa puesta de diferentes formas y tapando su cara que aparece aún mas fantasmal, aunque dejando siempre libre la imaginación del espectador-, Argento nos mete en el mundo kafkiano. Su actuación es convincente, su entrega es total y apasionada, su cuerpo semidesnudo habla constantemente.
La estética de la mismísima sala, el mágico espacio de La Manufactura Papelera, colabora para que la muy adecuada iluminación y una creativa escenografía, que también es objeto lúdico, se conviertan en los protagonistas que acompañarán los pasos de Samsa en un intento de escape de su vida opresiva.
Hay un personaje más, el piano, imponente y mayestático, tocado por Esteban Rozenszain, disparador de la idea, quien también se incorpora a la historia como un testigo que observa y medita, añadiendo su cuota de dramática estética.
Cabe preguntarse si quienes no han leído el libro original entenderán completamente la idea, en esta libérrima versión. Quizás comprendan otra. También es válido, sobre todo cuando el goce estético, visual y auditivo, se presenta emotivo en las alterables formas de esta metamorfosis. Martin Wullich

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