domingo, 11 de noviembre de 2007

Crítica. Silvia Urite

http://silviauriteteatro.blogspot.com/2007/08/la-metamorfosis-el-cambio-final-dir.html

La metamorfosis, el cambio final: la desocupación es el infierno de Gregor Samsa.
Realizar una puesta sobre la historia de un hombre que se transforma en cucaracha (La metamorfosis) implica el riesgo de caer en el ridículo. Sin embargo, la coreografía de Vivian Luz y la actuación de Carlo Argento, en clave de danza- teatro, sortean el obstáculo.La música de Esteban Rozenszain, desde el piano- también es su compositor- crea climas y se conjuga con los velos que propone la iluminación. El piano se relaciona con la faceta corporal que escribe el autor del cuento; por eso es muy atinada la música vanguardista que interpreta Rozenszain.Carlo Argento (Gregor Samsa) atraviesa una secuencia donde pasan los personajes del cuento: se luce en su composición de Grete y el Jefe; en cambio, no logra efectos en los roles del padre y la madre que resultan repetitivos.El actor protagónico goza de un gran entrenamiento corporal, y toda la obra cae bajo su responsabilidad. Sin embargo, logra sobrellevar de forma adecuada el ritmo y los objetivos de la obra.El diseño sonoro evoca perversidades dentro del mundo de Gregor: Samsa como desocupado- está subrayada su carencia de trabajo-, y más tarde, en un boceto de cartonero, da cuenta del anclaje en el territorio argentino actual.Samsa como enfermo y desahuciado, remite a la tuberculosis que sufrió el propio Kafka; o a enfermedades más modernas como el VIH. La obra crea un correcto ensamblaje de fragmentos de La metamorfosis y del libro autobiográfico Carta al padre de Kafka, y sigue en forma fiel la historia.Los susurros que dicen: “Está loco; está enfermo. Más vale muerto” remiten al superyo kafkiano que castiga la pesadilla de la desocupación, en carne propia.Silvia Sánchez Urite

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